Hace unos días viendo un programa de televisión, me llamó la atención
como en un taller sobre la violencia de genero en un instituto, un
policía que era uno de los encargados de exponer dicha actividad a los
alumnos, pregunta a uno de ellos. Sabiendo que uno de los síntomas de la
persona maltratadora es la demostración de control y celos sobre su
pareja ¿tu que harías si pudieses oír como piropean a tu pareja? A lo
que este chico queriendo quedar bien demostrando que no sufría celos,
contesto: Yo me alegro de que piropeen a mi pareja, es señal de que ella
vale y como al fin y al cabo, el que la piropea no puede tenerla por
que es mía, pues no tengo celos.
Una vez oído eso, me
descompuse, porque digo yo; tu no estarás demostrando celos, pero sin
darte cuenta estás demostrando lo posesivo que eres sobre esa persona
¿eso de mía que es? Nadie es de nadie, tu pareja no es una bicicleta, ni
un llavero, ni ningún tipo de objeto.
Creo que habría que
empezar por ahí, por enseñar a los menores y a muchos mayores a que
aparentemente, ya el tiempo de los esclavos quedó atrás, que nadie
pertenece a nadie, que si una iglesia dice “os declaro marido y mujer
hasta que la muerte os separe? Es simplemente porque quien lo dice no se
casa, no tiene pareja, por lo menos reconocida. No es la muerte quien
tiene que separar a una pareja, el motivo de separación tiene que ser el
que uno de los dos, ya no se sienta feliz con el otro, el que algo
dentro de su matrimonio o vida conyugal haga que ya no pueda funcionar
el lazo químico que existe entre los dos y creo, que con que uno diga
basta, ahí debe terminar todo sin mas discusión sobre el tema.
Cuando alguien decide separarse de su pareja, para empezar, hay que
empalizar un poco y ser conscientes de que bastantes horas, días, meses o
incluso años ha tenido que sufrir esta persona la decisión tomada, de
que mas de alguna vez al filo de la separación, habrá dado un paso
atrás, de que aunque algunos se empeñen en decir que no, los hijos o
familiares, pesan bastante en la balanza a la hora de decidir. Si
tenemos en cuenta todo eso que no es poco ¿quien somos nadie para decir a
quien se decide por fin que no lo haga?¿que se lo piense mejor? ¿que
sabe nadie los motivos que le llevan a eso?
Creo que deberíamos
callar y si en algún caso nos piden ayuda, antes de darla, pensar muy
bien si está en nuestras manos la que le hace falta, porque de no estar,
mas vale quedarnos quietos y no ponerlo mas difícil.
Yo quiero
romper hoy una lanza a favor de todas esas personas que pasan por ese
tan difícil y decisivo momento y decirles que lo poco que este en mis
manos, pueden cogerlo cuando lo necesiten, pero que, lo que no vean en
mis manos, nunca se lo voy a poder dar y es entonces cuando entre mis
dedos todavía quedará algo que pueden coger y es mi silencio para no
hacer mas daño del que ya sufren.
Me hace gracia cuando los
aburridos de la vida que se dedican a llevar la vida de los demás, dicen
“es que se a separado porque se a enamorado de otro/a y eso no está
bien” ¿como que no? Ha hecho lo mejor que podía hacer, separarse. El
amor llama a la puerta sin avisar algunas veces y cuando lo hace, caben
dos opciones, o abrir la puerta y dejar que entre siempre terminado la
relación anterior, o no dejar que entre pero terminar también la
relación anterior ya que, si ha llamado el amor es que en ese corazón
ya no existía.
Vuelvo a lo mismo de el principio, nadie es de
nadie y como tal, se tiene que respetar a la persona con la que se
comparte camino en esta vida.
Creo que una buena base para una pareja, es ser consciente de ello y aflorar al máximo el respeto mutuo.
He decidido que de aquí en adelante, hare una frase al final de mi
escrito y la de hoy se me ocurre: SI QUIERES CONSTRUIR UNA PAREJA FELIZ,
TEN MUY EN CUENTA QUE EL BARRO CON QUE LA MOLDEAS NO ESTE HECHO CON
ARCILLA DE TU PAREJA, SI NO CON ARCILLA DE TU CORAZÓN.
Bueno,
esperando que nadie sea de nadie, todos seamos uno y uno mire mas su
interior que el exterior de los demás, me despido hasta la próxima
reflexión con un fuerte beso/abrazo de quien no es mas que vuestra
percepción, Juan Chia.
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